SONOTOPÍA La producción del espacio sonoro de Iván Pujol Martínez. Reseña bibliográfica.

Descripción

Por: Mariano Castellanos Arenas

El sonido es una onda mecánica longitudinal que se propaga a través de un medio elástico. Nuestro oído es capaz de percibir algunos sonidos, mientras nuestro cerebro los procesa de manera que podemos escucharlos. Pero ¿qué es la sonotopía? Iván Pujol Martínez (1974) en su libro Sonotopía. La producción del espacio sonoro, editado en 2021 por la Universidad Iberoamericana en colaboración con la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, nos dice que es aquel lugar que existe en la imaginación; forma parte de la utopía y representa el mundo acústico como un ideal sonoro; al tiempo que plantea que, como toda utopía, tiene la función de criticar el estado actual del mundo, en este caso, del sonoro urbano.

El autor es músico, arquitecto especialista en Estudios Urbanos y realiza su doctorado en Estudios Socioterritoriales en el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego” de la BUAP, además de ser docente en la Universidad Iberoamericana Puebla. Su trayectoria académica le ha permitido desarrollar una mirada que combina las humanidades y el pensamiento utópico, cuyo objetivo en la investigación es la comprensión del universo sonoro y su relación con la producción del espacio. Su libro se centra en la vinculación que existe entre el sonido y la ciudad desde una perspectiva crítica, donde el urbanismo, la historia, la estética y la ética son las líneas esenciales para alcanzar un ideal: el desarrollo del espíritu humano.

En seis capítulos Iván desarrolla su propuesta, que va de la idea del espacio público y el espacio sonoro; lo sonoro, el sonido en la morfología urbana, la estética y la ética. Todo ello llevado al análisis de una emblemática plaza pública en la Ciudad de México. Al final nos presenta un proyecto para la creación de un espacio sonotópico. Su reflexión parte de una sola pregunta ¿Es posible, desde la estética, configurar una sustancia ética que impulse el reconocimiento de la diferencia como factor que no disuelva el goce y el bienestar, sino que, por el contrario, lo promueva?

Como lector debo decir que esta obra es atrevida, provocativa, propositiva y sobre todo esperanzadora, que me guío por el sonido de los enunciados contenidos en el texto; es decir, con este trabajo pude leer el sonido y escuchar el espacio. En este sentido, considero que una de las aportaciones más importantes es que responde de manera clara aquella pregunta, además de ser un instrumento para la generación de nuevas subjetividades hacia la construcción de una ética ciudadana, dentro de los procesos de producción del espacio urbano y el paisaje sonoro.

He de decir que mi experiencia con el libro, no solo abrió mi sentido del oído, sino todos los sentidos (el tacto, el gusto, la vista y el olfato), ya que la percepción del espacio es con todo el cuerpo. De esta manera el autor nos propone, también, que el transitar por las calles, los jardines, las plazas y los edificios de una ciudad, está condicionado tanto por su morfología como por su ruido; al mismo tiempo por la historia, la memoria, las emociones, los sentimientos, los juicios y los prejuicios, desde las diferentes arenas y horizontes acústicos.

Otras de las aportaciones que el autor nos comparte y que el que escribe estas páginas desea poner en valor, es que ante la existencia de una idea generalizada de que el sonido es un componente intrínseco del paisaje, una capa más de la morfología de los lugares, Iván plantea todo lo contrario, nos dice que el sonido es paisaje y no solo un elemento de este; además de que es un generador de cultura. Esto nos permite pensar que hay una ruptura en la idea tradicional sobre el pensamiento geográfico, porque amplia el horizonte hacia los estudios sobre la cultura, el arte, el paisaje, las identidades, el espacio público y la política.

En este sentido, esta reflexión me lleva a pensar en nuestro país y el abordaje sobre la gestión, manejo o gobernanza del ruido en las ciudades. En México, considero, existe un problema serio en relación con las políticas públicas sobre el sonido o el ruido y su aplicación en el espacio público, y no me refiero a los géneros musicales que en muchos lugares se presenta, sino a su volumen; al sonido de los vehículos de carga, al transporte público, a las motocicletas o las adaptaciones que se aplican a los escapes de los coches que tienen como único objetivo el hacer ruido. Me refiero concretamente al nivel de los decibeles que impacta de manera directa a la salud de los ciudadanos y al desarrollo de una conciencia cívica. Estoy hablando de una problemática social, del Estado y su función ante este fenómeno. Entonces, el libro, además de ser un estudio teórico, metodológico y un análisis empírico, es una guía que puede llenar los vacíos que existen tanto en la comprensión de lo sonoro y la ciudad, como en la discusión y debate de las políticas sobre la regulación del ruido en el espacio público.

En Sonotopía, también se expone un interesante catálogo de “objetos sonoros” que van desde los naturales, los humanos, los sociales, los mecánicos, los utópicos y otros, como son el canto de un ave, el latido del corazón, la música, la industria, la guerra, la ciudad, la creación y el apocalipsis. ¿Cómo se escuchan los terremotos, los sunamis, los huracanes?, ¿cómo se escucha una mina, una planta hidroeléctrica o una fábrica?, ¿cómo se escuchan las guerras en Siria, Yemen o Ucrania?, ¿éstas generarán el sonido del apocalipsis?, ¿cómo se escucha la obra de Manuel Felguérez, de Anish Kapoor o de Eduardo Chillida?, ¿éstas serán el sonido de la creación?, ¿Cómo se escuchan las ciudades de Nueva York, Taipéi, Ghana o la Ciudad de México?

Finalmente, Iván Pujol nos presenta una propuesta de análisis en un espacio concreto: la Plaza de Santo Domingo en la Ciudad de México. Un lugar de suma importancia para la historia urbana y también fundamental en la historia nacional. Se trata de la segunda plaza en importancia después del Zócalo, lugar donde se dice vivió la Malinche, en unos edificios circundantes, Leona Vicario y su esposo Andrés Quinta Roo, quienes tuvieron de inquilino a   Antonio López de Santa Ana. En este mismo espacio se ubica, además, lo que queda del gran Convento Dominico, el Palacio de la Inquisición, convertido en la Escuela de Medicina y el edificio de la Aduana, hoy sede de la Secretaría de Educación Pública.

Dicho análisis sonotópico abarcó el estudio de la morfología urbana, la historia sonora del espacio y un minucioso trabajo de campo con la sociedad y su relación con el sonido. Realizó una lectura, interpretación y valoración del sonido. Una reflexión del espacio sonoro, como un gran libro, donde los signos sonoros de la morfología del espacio urbano son enunciados que en su totalidad se convierten en discursos. Para terminar, propone una intervención, una suerte de instalación artística, en la cual se pretende, además de atenuar los sonidos, crear un espacio para los sentidos, un lugar que permita tener una experiencia estética, reinventar nuestra identidad y edificar una nueva morfología ética.

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