Descripción
Esas piedras no están ahí solo por relleno; tienen un propósito crucial. Se llaman balasto ferroviario y están compuestas por pequeños fragmentos de cuarcitas, basaltos y granitos de entre 3 y 7 centímetros.
Estas piedras distribuyen la carga de los rieles y trenes, evitando la deformación del suelo y reduciendo el riesgo de descarrilamientos. Además, el balasto absorbe y disipa las vibraciones generadas por el movimiento de los trenes, evitando que se propaguen a largas distancias.
También facilita el drenaje del agua, previniendo inundaciones en las vías. Su función es fundamental para la seguridad y estabilidad del sistema ferroviario.