Comunicación pública de la ciencia: una tarea de las universidades públicas

Descripción

Por:  José Luis Estrada Rodríguez

Resumen

Las universidades públicas en nuestro país tienen un gran papel en la sociedad porque son espacios para la construcción del conocimiento y cumplen con al menos tres funciones fundamentales: 1) Promueven el proceso de enseñanza-aprendizaje en las aulas y forman profesionales; 2) Impulsan la investigación en todas las áreas del conocimiento, con una visión transversal y multidisciplinaria; y por último, 3) Tienen la tarea de hacer llegar estos conocimientos, hallazgos y descubrimientos a la sociedad. Este último punto, es el más frágil en la cadena del conocimiento que se genera en nuestro país; por lo cual es preciso impulsar la comunicación de la ciencia y promover una ciencia abierta, para todos los ciudadanos. En este trabajo se describen los modelos para comunicar la ciencia y se aportan ideas para invitar a los investigadores a comunicar y difundir sus hallazgos para la sociedad.

 

Introducción

Existe un amplio debate sobre el papel que tienen las universidades para acercar el conocimiento a la sociedad. Los recursos públicos que se invierten para descubrir nuevas vacunas, promover innovaciones científicas y el desarrollo de proyectos de investigación para la sociedad, deben construir una incidencia social. Es decir, beneficiar a todos los implicados en este proceso, como pueden ser los ciudadanos en general, pero también amplios sectores como campesinos, empresarios, grupos vulnerables y una gran masa de ciudadanos que contribuyen con sus impuestos a la investigación. Estos hallazgos deben difundirse, promoverse y darse a conocer.

Esta es la corriente de la comunicación pública de la ciencia, apuntalada por las universidades y centros de investigación en todo el país que busca el acceso abierto a la ciencia. La Iniciativa para la Ley General en Materia de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación del Ejecutivo Federal va en ese sentido y a continuación se describen los pasos que deberán cumplirse para impulsar la comunicación pública de la ciencia.

Porque el derecho a la ciencia es un derecho humano que ha sido considerado recientemente como fundamental para la vida de las personas, para su desarrollo integral en la sociedad (Herrera, 2021). La Declaración Universal de los Derechos Humanos en su artículo 27, establece que todos los ciudadanos tienen derecho a formar parte de la vida cultural y científica; así como de obtener beneficios de la ciencia.

La ciencia se plantea en los países enas de desarrollo (incluyendo nuestro país), como una alternativa viable para mejorar las condiciones de vida de la población en general y para impulsar un modelo de justicia social con alcance a todos los sectores. Asimismo, la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) y la Organización de Estados Americanos (OEA) coinciden en señalar que la competitividad y el desarrollo sólo pueden lograrse por medio de una mayor cultura científica en el eslabonamiento entre las universidades y los gobiernos. La responsabilidad social de las universidades, las empresas y los científicos está latente en los proyectos de investigación de los países en desarrollo y debe permear en todos los proyectos que tienen mayor incidencia social (Mateos, et al. 2020).

Loría (2023) sostiene que existen en la comunicación de la ciencia una disyuntiva que debe solventarse: comunicar para la sociedad o comunicar para la propia comunidad científica. Tal vez el papel del científico social debe ir hacia estos dos públicos, no sólo centrarse en publicar artículos en revistas científicas, sino también elaborar productos comunicativos para un amplio sector social: podcast, videos y revistas Las universidades, por tanto, tienen el compromiso de garantizar que el conocimiento llegue a un mayor número de beneficiarios, considerando los recursos públicos que reciben las universidades públicas por parte del Estado.

Sobre esta reflexión, Bensusán y Valentí (2018) reconocen que existe un amplio compromiso por parte de las universidades públicas y sus investigadores por dar a conocer sus hallazgos, pero es preciso impulsar una mayor apertura entre las comunidades científicas y la sociedad. Es por ello, que el modelo de Penta Hélice propuesto por el CONACYT en México; promueve la integración vertical de los implicados en el desarrollo de los conocimientos científicos y tecnológicos. Se propone que los cinco sectores: 1) Gobierno, 2) Empresas, 3) Ambiente, 4) Sociedad y, 5) Academia; contribuyan en la innovación, logren articular a todos los sectores para el bienestar conjunto y garanticen la incidencia social (Conacyt, 2021).

Los modelos para comunicar la ciencia

Dar a conocer los hallazgos científicos ha implicado que la comunicación de la ciencia es un objeto mismo de la investigación. Por lo tanto, existen al menos tres modelos que contemplan este proceso que a continuación se enumera:

El modelo del déficit

Este modelo, concibe a la comunicación como ese proceso de corrección, ante un déficit de información y conocimientos en la sociedad; se produce por la supuesta ignorancia, desinterés o rechazo que tiene la población en general sobre la ciencia y la tecnología. Wynne (1993) planteó este dilema como un constructo ideológico, más que como un modelo de investigación; porque criticó esta relación asimétrica entre el ámbito tecnocientífico y las necesidades de solución en todos los campos del conocimiento. Por lo cual, se asume que la ciencia debe ayudar a la sociedad, pero tiene problemas para ser aceptada; porque no todos aceptan o conocen los métodos de investigación; así como la imagen que tienen los científicos como sujetos abstractos y complejos, poco accesibles para dar a conocer sus hallazgos.

Rodríguez (2019) sostiene que este abordaje revela un mecanismo de control de los científicos sobre el conocimiento; por lo cual se debe contemplar romper con esta sinergia negativa de la ciencia con la sociedad. Impulsar la apropiación del conocimiento a través de la divulgación de los resultados de las investigaciones en revistas no especializadas, programas de televisión y medios masivos como las redes sociales, actualmente.

En ese sentido, Escobar-Ortiz y Rincón-Álvarez (2018) sostienen que el modelo deficitario puede ser modificado por un modelo democrático que permita la incidencia de los actores y distintos públicos. Por ejemplo, los campesinos que pueden incorporarse al proceso de construcción del conocimiento a través de las prácticas donde convergen los experimentos y estudios de caso.

El modelo democrático o de diálogo social

Este modelo, también conocido como contextual, se centra en la discusión de cómo ayuda la investigación a la sociedad o, dicho de otro modo, en las implicaciones del conocimiento que se difunde: sus alcances y limitaciones (Bartock, 2015).

Reincke et al. (2020) describe este modelo como una forma de incluir a los ciudadanos en la toma de decisiones que les afectan y como una manera de producir hallazgos científicos. Es decir, los investigadores junto con los implicados en el conocimiento desarrollan sesiones y discuten amplias posibilidades.

El diálogo público se intensifica. En el caso mexicano podría mencionarse como ejemplo la creación de los planes de desarrollo municipal; donde se invita a participar a los ciudadanos, junto con un panel de expertos para encontrar las mejores opciones y oportunidades. En este punto, la alfabetización de la ciencia, que significa impulsar la cultura hacia el mayor acercamiento de los ciudadanos con los investigadores, produce confianza y compromiso.

Los diálogos públicos pueden construir una opinión sólida sobre muchos temas, principalmente construir un aprendizaje mutuo (Mc Callie, et al., 2009). Por ejemplo, los campesinos pueden relatar sus experiencias con el uso de fertilizantes o agroquímicos, datos que pueden ser utilizados por los científicos agropecuarios para mejorar sus productos químicos. Como se puede apreciar, el modelo de comunicación de la ciencia se ha incrementado hacia una mayor apertura y da pie al siguiente modelo.

El modelo de participación social

Actualmente se busca construir el conocimiento a partir de la integración de los múltiples actores, hacia lo que se denomina la ciencia ciudadana. Este concepto innovador, evoca el proceso estructurado de investigación colectiva, abierta, participativa y comunitaria. No necesariamente desde la academia, puede ser desde cualquier ámbito y busca la reproducción de los saberes tradicionales: así como la construcción del conocimiento con aplicaciones. Lo deseable es generar un acompañamiento entre investigadores y ciudadanos.

El modelo de participación de la comunicación científica se centra en la coproducción de conocimiento entre expertos científicos y quienes pueden aportar ideas, datos y evidencias empíricas. El aspecto más importante es la posibilidad de construir una identidad de saberes, de integrar a estos mediadores del conocimiento en el modelo científico.

Este nuevo modelo: Public Engagement of Science (PES, por sus siglas en inglés), también denominado: Ciencia-en-Sociedad, donde pueden participar los ciudadanos, de forma consciente y voluntaria; no sólo los académicos o científicos; se basa en un modelo democrático, en la co-construcción del conocimiento para identificar los problemas, diseñar soluciones y promover las propuestas desde abajo, hacia el gobierno o los actores tomadores de decisiones. Además, tiene un carácter unificador, promueve la autoestima de los participantes que pueden ser campesinos, artesanos y cualquier persona con poca o mucha instrucción escolar. Lo importante es su disposición a la difusión del conocimiento.

Bauer et al. (2007) destaca la nueva forma de incidir: en la comunicación-acción, en la integración de múltiples participantes, donde cualquier persona puede aportar su inteligencia o sus recursos tecnológicos para alcanzar resultados científicos de utilidad social. En ese sentido, Echeverría (2018) rescata el pensamiento del filósofo León Olivé, precursor de la filosofía de la ciencia, promotor de la divulgación de la ciencia que sostiene que no sólo se produce conocimiento desde la universidades, sino también de otros actores no necesariamente académicos o tecnológicos, sino grupos que tienen conocimiento empírico, experiencia y datos que les permiten promover la reproducción de los saberes, el reconocimiento de sistemas de innovación basados en conocimientos locales o la transmisión de prácticas de grupos originarios a través de la educación comunitaria.

Sobre este punto, Finquelievich y Fischnaller (2014) reconocen que actualmente las nuevas Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) generan la oportunidad de producir conocimientos por medio de la tecnología, la colaboración digital y el desarrollo de productos comunicativos por medios virtuales. Incluso después de la pandemia del Covid-19, se promovió una amplia participación de la sociedad en la construcción del conocimiento informal; orientado principalmente hacia los resultados y metas.

Por lo tanto, es imperante el proceso de comunicar la ciencia como una exigencia social, política y económica. Todos los sectores se verán beneficiados si impulsamos una cultura de difusión, comunicación y participación científica.

Referencias
Bartock, L. y Rickard, L. N. (2015). Walking the Talk? Examining the Practical Application of Models of Science Communication in Long-term Ecological Research Sites, ProQuest Dissertations and Theses.
Bensusán, G. y Valentí, G. (coordinadoras) (2018), La evaluación de los académicos. Instituciones y Sistema Nacional de Investigadores, aciertos y controversias. FLACSO, UAM.
CONACYT (Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología) (2021). Avance y resultados. Programa derivado del Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024, Conacyt, México.
Echeverría, J. (2018). Sociedades de conocimientos y valores: el proyecto de León Olivé, Revista Iberoamericana de Ciencia, Tecnología y Sociedad, vol. 13, núm.38, pp. 182-203.
Escobar-Ortiz, J. M. y Rincón-Álvarez, A. (2018), La divulgación científica y sus modelos comunicativos: algunas reflexiones teóricas para la enseñanza de las ciencias, Revista Colombiana de Ciencias Sociales, vol. 10, núm. 1, pp. 135-154.
Finquelievich, S.; Fischnaller, C. (2014), Ciencia ciudadana en la Sociedad de la Información: nuevas tendencias a nivel mundial, Revista Iberoamericana de Ciencia, Tecnología y Sociedad – CTS, vol. 9, núm. 27, septiembre-, 2014, pp. 11-31
Herrera, F. (2021). El derecho de la humanidad a la ciencia. Debates contemporáneos. Comisión de Derechos Humanos del Estado de México, Estado de México.
Loría, E. G. (2023). Comunicación de la Ciencia. Políticas y conflictos editoriales, Universidad Autónoma del Estado de México, Toluca.
Lozano, M. (2006). Programas y experiencias en popularización de la Ciencia y la Tecnología, panorámica desde los países del Convenio Andrés Bello. CAB.
Mateos, M. L., Estrada, J.L. y Hernández, H. M. (2020). Competitividad y responsabilidad social desde la comunicación de la ciencia, Revista Venezolana de Gerencia, Vol. 25, Núm. 91, disponible en línea: https://produccioncientificaluz.org/index.php/rvg/article/view/33178
McCallie E, Bell L, Lohwater T, Falk JH, Lehr JL, Lewenstein BV, Needham C, Wiehe B (2009) Many experts, many audiences: public engagement with science and informal science education. A CAISE inquiry group report. Washington: Center for Advancement of Informal Science Education
Reincke, C., Bredenoord, A. y Van Mil, M. (2020). From déficit to dialogue in science communication, EMBO Reports, volumen 21, issue 9, 3 september 2020. https://doi.org/10.15252/embr.202051278

Medios subidos por