Binomios: persona con discapacidad visual y perro guía parte tres

Descripción

CIUDAD DE MÉXICO 18/02/2022

El instrumento principal de un músico es su voz, aunque en realidad, aquel es uno que todos podemos aprender a utilizar. Quizá algunos la educan para obtener melodías de ella, mientas que otros la usan para formar discursos o prosas; dependerá de cada uno decidir para qué desea usar su voz.

El arte no se resume en cuadros pintados al óleo, en artistas grandes expuestos en museos prestigiosos, ni en esculturas aglomerados de turistas mientras éstas permanecen postradas en un solo lugar. El arte va más allá de eso. Desde la niñez tenemos contacto con el arte, ya sea ese primer dibujo que creamos para el Día de las Madres, esa maqueta que construimos para una exposición escolar o aquel baile que presentamos en los festivales conmemorativos en días especiales. Toda nuestra niñez, juventud, adultez y vejez convivimos con el arte, aunque este tome significados diferentes para cada persona que se acerque a él.

Gerardo estaba consciente de lo que haría: música. Sin embargo, él no se veía apoderándose de un escenario bajo el reflector, sino que su visión era convertirse en la mente maestra detrás de la creación, capturando las miradas de quienes lo presenciaban. Es por eso que desde muy pequeño inicio su formación en la música. Las cuerdas eran lo que más llamaba su atención, esas que hacían posible dar vida a una melodía que podía compartirse o disfrutarse en solitario. El tiempo pasó y debido al estigma social en México sobre la música, vivir de ella no era una posibilidad aceptable. Sin embargo, fue en ese momento que decidió tomar un nuevo enfoque, sin dejar a un lado su pasión por la música. El camino nuevo al que se arrojaría sería la ingeniería en audio y producción, esa carrera le permitiría obtener un conocimiento técnico sobre los comandos y programas, y fue mientras se adentraba en ellos que finalmente halló su nueva pasión: producir.

Todos los esfuerzos de Gerardo comenzaron a dar fruto en el 2006 cuando tuvo la oportunidad de colaborar como músico con un grupo reconocido. Fue ahí donde su talento comenzó a ser visto no sólo por quienes decidían escucharlo, sino también por las personas cuyo interés nació de a poco. La vida que había anhelado estaba casi a su alcance, pero en el 2012 finalizó su trabajo con aquel grupo musical y se enfocó en su propia escuela de música, teatro y danza, la cual abrió un año antes en el 2011.Se dispuso a encaminar a aquellos con la misma pasión que él, desde lo teórico hasta lo práctico, con un método de enseñanza realista que mostraría todas las facetas de la música, haciéndoles ver que sí era posible vivir de ella en una sociedad que decía que no. Además de las actividades escolares que impartía, producía obras de teatro musicales, las cuales eran creadas en un tiempo relativamente corto y en dos estudios. La vida de Gerardo parecía ser el paquete completo, hasta que un problema imprevisto lo obligó a tomar medidas desesperadas: cerrar la escuela e irse del país.

Viajó a los Estados Unidos y allí encontró un nuevo entorno y una oportunidad para continuar con su estadía. Decidió estudiar una maestría en acústica, la cual le dio otra perspectiva ante lo que estaba por lograr, algo que sería uno de los proyectos más importantes que completó: compartir estudio con una cantante estadounidense reconocida por su capacidad vocal.

Estamos acostumbrados a vivir con la certeza de que nunca perderemos nada. Todo está seguro en nuestras manos hasta el día en que llega la muerte. No pasamos días preocupados por lo incierto, pues dentro de nosotros nos creemos invencibles. Hasta que todo cambia en un abrir y cerrar de ojos. Gerardo pensaba que lo tenía todo y que jamás perdería nada.

 

 

Sin embargo, esto cambió cuando tuvo un accidente automovilístico que se robaría una de las habilidades más preciadas del ser humano, una habilidad que está vinculada estrechamente con ser alguien útil y completo, según los estigmas que rigen la sociedad: la vista.

“Al despertar en el hospital, la luz de mis ojos se había ido”. La discapacidad visual se manifestó de forma irreversible. Gerardo regresó a México en el 2017 tras haberse rehabilitado en un hospital en Los Ángeles, California. Allí le enseñaron a usar el bastón blanco, el cual dominó a las pocas semanas; sin embargo, este no sería parte de su nueva vida por siempre, pues decidió tomar un camino diferente. Optó por buscar un perro guía, en la Escuela para Entrenamiento de Perros Guía Para Ciegos I.A.P, en donde Lancelot (su perro guía) llegó a su vida con la misión de regresarle aquello que había perdido: su autonomía y autoestima. Juntos formaron el binomio en donde, además de mejorar la movilidad de Gerardo por las calles, también mejoró su forma de vida. Ambos tienen como misión fomentar la educación sobre la discapacidad visual y la función de los perros guía, cosa que hacen a través de entrevistas, participaciones televisivas y en redes sociales, como en la página oficial de Lancelot (la cual se encuentra en Facebook como Lancelot-Perro Guía). Allí comparten información que tiene como objetivo educar a la sociedad sobre todo lo que abarca la discapacidad visual y el respeto que merecen las personas que la padecen, así como los perros con quienes forman el binomio, que es el término correcto para referirnos a una persona ciega en compañía de un perro guía.

Gerardo regresó a enseñar y producir. Construyó un estudio dentro de su propio hogar, BM Recording Studio, en donde guía a sus alumnos que le confían su voz y carrera; además de que enseña diferentes instrumentos como el piano, teclado, guitarra acústica, ukelele, violín, batería y otros más. Gerardo también produce pistas para personas importantes y talentosas, quienes siguen confiando en su trabajo y capacidad.

Si bien Lancelot fue uno de los primeros apoyos que llegó a su vida al enfrentar su discapacidad visual, no sería el último. Gerardo encontró el amor en Aline, y este sería parte esencial no sólo de su vida, sino de su trabajo, pues decidió aprender producción para ayudarlo a avanzar con sus proyectos. Con ello, Gerardo descubrió que un acto de amor podría ser el mejor “Te amo” que pudiera recibir y, durante esos tres años y medio de relación, ambos emprendieron un camino de aprendizaje donde se percataron que el amor no necesita ver para sentir.

 

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