Descripción
Desde muy pequeña, Heizel Sánchez Nava, originaria de Xaloztoc, Tlaxcala, supo desde chica que algo en su interior no coincidía con lo que el mundo esperaba de ella, pues mientras su entorno familiar seguía firmemente atado a creencias tradicionales sobre lo que “debe” ser un niño o una niña, Heizel encontraba alegría en el maquillaje, en las muñecas, en los pequeños gestos que la acercaban a su verdad.
A los 15 años, con una valentía poco común a esa edad, se plantó frente a sus padres y les decidio decir a sus papás acerca de su orientación pues fue en ese momento que marcaría el inicio de un viaje profundo y transformador, lleno de desafíos, pero también de descubrimientos y dignidad.
En la secundaria comenzó a vivir abiertamente como la mujer que siempre supo que era, se maquillaba con la ayuda de amigas y tutoriales en internet, construyendo su identidad a pesar del miedo, la incomprensión y los juicios, a los 25 años tomó el paso de iniciar su tratamiento hormonal y, a los 33, decidió someterse a cirugías, sin pedir permiso, sin esperar la aprobación de nadie, fue un acto de amor propio, de autonomía, de reafirmación.
Hoy, la historia es otra, su familia, que en el pasado dudó, hoy la abraza. Heizel guarda ese cambio en el corazón como uno de los mayores logros de su vida.
Actualmente, vive en Apizaco junto a su pareja, en un hogar lleno de amor y proyectos compartidos, pues ha emprendido un acuario, inspirado en su admiración por el pez betta, un animal que, como ella, ha aprendido a resistir. Lleva tatuado uno en la piel: no solo como símbolo de fuerza, sino como recordatorio de que nunca ha dejado de luchar por ser quien es.
La historia de Heizel es una historia de coraje, dignidad y libertad. Un faro de esperanza para tantas personas trans que hoy, como ella, buscan vivir sin miedo. Porque vivir en verdad también es un acto de revolución.